viernes, 27 de abril de 2018

Aria

Dalla finestra si vede
la luce d’un sole indifferente,
ed io, guardando al infinito,
penso a te e la tua pelle
come sabbia bagnata sotto le mie dita.

Nessuno si azzarda a interrompere la fantasia,
nessuno capisce bene che succede con me,
ma io non sono qui, con gli altri.
Sogno te, e quello caldo amabile
che parla di noi in gemiti sussurrati
lì e là,
con i pianti testimoni muti
della cosa più naturale,
seguendo i sentimenti nostri
senza pensare che direbbero i vicini.

Mangiamo insieme dallo stesso piatto
e dopo ci stringiamo in un abbraccio glabro.
Adesso, ricordando alla stessa luce d’un sole indifferente
come mi svegliasti con un bacino al collo
e poi un altro sulla guancia
ed un altro sugli occhi
ed un altro sulla bocca.
E mi ricordo di pensare
“magari svegliarci sempre alla luce
di questi baci,
al tatto di te
del tuo sguardo”.
Solo il pensiero mi fa
un lampo sulla schiena
ed infiamma il mio seno.
- Che cosa fai?
Mi dici un collega preoccupato.
- Niente, mi sono astratta.

E ritorno a lavorare con normalità.

sábado, 14 de abril de 2018

R.C.C. (I)

Carencia y sueño.
Quizá te echo de menos
sentimiento
en el que estaba segura de
que no iba a vivir.
Ahora es diferente,
ahora merece la pena
y eso es lo que tengo,
pena.

Carencia y sueño
y tengo que forzarme
a recordar las cosas bellas de
la vida
o dejar
que vengas tú a recordármelas.
No me lo tendrías que decir
si estuviéramos juntas
carencia.
No me lo tendrías que decir
si pudiéramos tocarnos
sueño.

Merece la pena la
espera.
Toda mi vida he visto ese cartel
[ ESPERA ]
y he obedecido.
Esperar al siguiente turno,
el siguiente bus,
el siguiente avión,
la siguiente cita.

¿Qué se me puede decir
al dormir en la nada?
A eso se nos enseña mientras esperamos,
¿no?

Carencia y sueño tatuadas,
cada gota un diluvio
una caricia, una llama,
un abrazo, el sueño
en realidad
es despertar junto a ti.

Nuestre

Luz para una piel hambrienta de tacto,
un pequeño baile improvisado
mientras nos abrazamos.
Dejamos que el Sol se apague
como dos irresponsables
nos lloramos una encima de la otra,
el agua compartida era ésta.
Unos ojos que una vez clavados en el alma
ya nadie tiene fuerzas a sacarlos
y se suceden los besos uno a uno
en diálogo armónico
con risas de fondo
que desdibujan todo el decorado de velas
y ropa de mujer escogida con cuidado
tirada por el suelo.
Sólo hace calor y contacto y humedad
y una entretela de vigilia y deseo cumplido,
manos que se entrelazan la una con la otra,
miradas que se mantienen entretenidas
en detalles sin importancia.
Pieles entregadas,
decididas a no pasar hambre entre tanta ausencia,
entre tanta abundancia.
Decididas a destrozarse mutuamente,
todas aquellas espinas que nos crecieron con el tiempo
arrancadas una a una
así nos desangremos sobre las manos abiertas de la otra,
así crezcamos en la pequeña grieta que reclamemos
con nuestras comidas
y nuestro caminar descalzas,
besar los hombros,
decir claramente,
agua transparente,
mi casa, mi cuerpo,
nuestra casa, nuestros cuerpos,
y al fin
te quiero
sin miedo.

jueves, 22 de marzo de 2018

Con mis manos

Voy a hacer algo catártico
como chillar en el bosque al lado de mi casa,
romper un espejo
o quemar un libro.
Voy a causar un detonante que me ayude a expresar
todos estos sentimientos que no tengo forma de sacar.
Necesitaré un pequeño punto de locura,
un poco de extremismo radical,
una ruptura en mi interior
(pero de las de laboratorio, de las que sé que puedo reparar)
y una ocasión.
Quizá tire piedras a un río
imaginando que son mis equivocaciones.
Las veré hundirse y desaparecer.
Las imagino viajando hasta el mar,
para desaparecer entre los esqueletos de las ballenas.
Quizá tire piedras a un talud de tierra
sintiendo que lanzo todas aquellas veces que me sentí abandonada.
Veré como impactan contra la arena compactada
haciéndole una herida irreparable,
formando una nueva superficie,
algo nuevo desde donde sea imposible regresar.
Quizá compre un espejo de segunda mano,
me ponga mi máscara de soldador
y con un gran martillo lo reviente.
Y me veré reflejada en miles de pequeños pedazos,
miles de pequeñas identidades que forman una sola,
cada una para un cometido distinto.
Quizá coja algún libro de historia,
de esos que guardan las abuelas y les enseñan a los nietos
sin que éstos quieran.
Creo que tengo algún álbum de historia con la cara de mi padre por aquí...
así podré hacerlo arder y dejar que mi odio se vuelva ceniza
y después lloraré muy muy fuerte,
y como la llubia sobre el bosque quemado
haré crecer un vergel verde que nada tenga que ver con lo anterior.
Después soñaré que soy una gran mujer vestida de samurái,
con la máscara con el bigote de pelo animal y todo,
con esa boca abierta y amenazante,
y con mi gran katana iré cortando mis miedos uno a uno,
iré recibiendo las cornadas de los demonios a los que me enfrente
y sangraré y me costará andar y respirar,
pero seré una mujer samurái valiente e indómita en mi sueño.
Y cuando despierte habré reparado una gran parte
del daño que he recibido.

martes, 20 de marzo de 2018

Felicidades, ha sido trauma

Me miro la mano y veo la sangre.
La veo manar desde mi vientre piñata,
no importa cuántas veces lo golpee
nunca saldrá una niña.
Froto mis dedos con curiosidad
nunca vi una realidad que me hablara de mí
y mi dolor,
ahora que éste se ha callado.
¿Cómo hago para que me hablen de mi ausencia?
Y hurgar dentro buscando el botón de reinicio
escuchando la melodía del silencio
a media voz entre un dolor que ciega
y unos gemidos que ya no suenan a nada.
Me doy cuenta de que no importa cuánto sangre,
que no importa mi sangre
ni la apertura desde la que bombea,
que este cuerpo va a morir y a desaparecer,
sin dejar un legado.
Edificio vacío,
todos los vanos condenados.
Quiero meter mi mano ensangrentada dentro de mí
por un butrón que me haga en el ombligo
y buscar tranquila o desesperada,
buscar ahí dentro, a tientas,
un alma.
Tan sólo un alma.

Algo desaparece. Nadie se pregunta por ello


Una mano caliente y otra fría atrapan mi cuerpo.
Desde el escaparate miro a la de verdad desayunar
y paso hambre de autenticidad.
Su gesto sutil y pleno.
Sonríe sin pensarlo por un segundo
y pienso en todas las guerras que he perdido
y que me han llevado a ser una esclava convencida.
Su mirar cansado de reflejo invoca procesiones internas
donde hay que lamentarse porque el muerto
no quiere llevar una camiseta de fútbol,
ni tampoco piensa que merezca la cortesía de un vestido
de flores sobre un fondo negro plisado.
Ahora cuando ella simplemente es
yo sólo puedo mirarla anonadada,
como si viera un milagro de la naturaleza
del que sé que no soy partícipe pero al que
arrogante,
aspiro,
lanzando mis brazos hacia delante
con la esperanza de abrazarme a algún árbol por el cuello
y desaparecer en mi cénit de locura
mientras aún crea que puedo ser mujer.
Ella persiste más allá de mi mirada
simplemente existiendo delante de mí.
Exhibición improvisada de divinidad despistada,
sin articular palabra
quedo sonriente y absorta
agradeciendo la bendición de una presencia
que me devuelva al umbral
desde el que llamar con urgencia
escapando de un lobo
al que nunca seré capaz de volver.
Después de la observación no quedan conclusiones,
el fenómeno ha desaparecido y se ha llevado consigo
la virtud de la experiencia.
Quedo yo, medio formada,
muralla a la que no le dio tiempo a defender nada
esperando ser algún día
los contornos de otro cuerpo bendecido,
las paredes de otra indiferente casa.

Disfraz de Abrigo

Saben hacer del frío un hogar
o no lo sienten realmente
y yo tiemblo en su presencia
por indiferencia quizá por ausencia
un calor que nunca llega.
Choco piedras, fragmentos de mi alma,
esperando que salte la chispa en mi interior
pero también yo albergo
mi parte de glaciar,
un perpetuo tiempo quieto
que horada impasible
las paredes de mi voluntad.
Y espero de elles un sol radiante
Siendo yo deidad pequeña y frágil.
En mi cabeza les obligo a pagar tributo
de entendimiento, paciencia y cariño,
justo las tres cosas que a una persona
no se le puede arrancar.
Quiero lo imposible
y voy dejando un rastro de escarcha
por donde voy pisando
con mis pies descalzos.
Me gustaría, como elles,
no entenderlo, no pensarlo,
y hacer con cuatro ramas mi palacio,
pero me obligaron a nacer bajo estrellas y lunas
que nada tienen que ver conmigo
pero que funcionan como vestidos de rayos
que por más que intente no me puedo quitar.
Es el universo, pues, quien da sin preguntar
un destino al que no hacemos caso
y se cumple sin remedio.