Saben hacer del frío un hogar
o no lo sienten realmente
y yo tiemblo en su presencia
por indiferencia quizá por ausencia
un calor que nunca llega.
Choco piedras, fragmentos de mi alma,
esperando que salte la chispa en mi interior
pero también yo albergo
mi parte de glaciar,
un perpetuo tiempo quieto
que horada impasible
las paredes de mi voluntad.
Y espero de elles un sol radiante
Siendo yo deidad pequeña y frágil.
En mi cabeza les obligo a pagar tributo
de entendimiento, paciencia y cariño,
justo las tres cosas que a una persona
no se le puede arrancar.
Quiero lo imposible
y voy dejando un rastro de escarcha
por donde voy pisando
con mis pies descalzos.
Me gustaría, como elles,
no entenderlo, no pensarlo,
y hacer con cuatro ramas mi palacio,
pero me obligaron a nacer bajo estrellas y lunas
que nada tienen que ver conmigo
pero que funcionan como vestidos de rayos
que por más que intente no me puedo quitar.
Es el universo, pues, quien da sin preguntar
un destino al que no hacemos caso
y se cumple sin remedio.
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